“En TROPS hemos roto con los estereotipos. Aquí lo que importa es el valor de las personas, no su sexo”.
Con esta frase, Laura Marín Rodríguez, responsable del Departamento de Personas y Talento de TROPS, refleja el espíritu de una organización que ha hecho de la igualdad una práctica cotidiana. “Empecé en TROPS en el área de recepción y facturación, y con el tiempo fui creciendo junto a la empresa. Hoy lidero un departamento que acompaña a cada trabajador en su desarrollo personal y profesional. Nuestro propósito es que cada persona encuentre aquí un proyecto de vida”, explica.

Su recorrido es también el reflejo de cómo la productora malagueña ha evolucionado hacia un modelo de gestión más humano e inclusivo. En 2017, ante el aumento de socios y trabajadores, TROPS creó el actual Departamento de Personas y Talento, un paso clave para profesionalizar su política de recursos humanos e integrar la igualdad como parte natural de su identidad corporativa.
“No se trata solo de cumplir con la normativa, sino de entender que la igualdad es justicia social. Hombres y mujeres merecemos las mismas oportunidades, pero el punto de partida no siempre es el mismo, y ahí está el reto”, afirma Laura con claridad.
En TROPS, la igualdad no es una meta, sino una práctica diaria. “Hoy contamos con hombres y mujeres en todas las áreas de trabajo. Hemos dejado atrás los estereotipos de funciones exclusivamente masculinas o femeninas. Cada vez es mayor el número de agricultoras que asumen la gestión de sus explotaciones”, señala.
La empresa ha querido visibilizar ese cambio a través de campañas internas que dan voz a sus profesionales, “En estos últimos años hemos querido dar una imagen diferente dentro del sector agro, que se perciba el trabajo que hacemos desde dentro dando voz a compañeras y compañeros, poniendo el protagonismo en sus propias historias sin atrezo alguno”.
Ese compromiso ha sido reconocido con la certificación del Sello de Igualdad Mujer Agro, un hito que Laura valora como “el reflejo de cómo somos , un reconocimiento al valor de las personas con independencia de su sexualidad y en concreto del valor de la mujer en el sector agro”.
Para Laura, apostar por la igualdad es tanto una cuestión ética como una decisión estratégica que fortalece a las organizaciones y genera entornos más sostenibles. “Permite atraer y retener el talento, fomenta la creatividad y mejora el clima laboral”, explica.
Desde su experiencia, insiste en que la igualdad no es exclusiva de las mujeres, sino una responsabilidad compartida que parte del respeto y la oportunidad para todos. En ese sentido, anima a quienes desean desarrollarse en el ámbito agroalimentario a hacerlo con convicción y propósito: “Formar parte de la mejora en la alimentación y en el apoyo a los agricultores es algo profundamente enriquecedor cuando tienes unos valores ligados a la tierra y a la naturaleza”.
Para Laura, construir empresas donde cada persona pueda crecer con independencia de su sexo es una inversión con retorno garantizado, porque la diversidad impulsa la innovación y consolida la cultura del compromiso en un mundo que necesita más pensamiento crítico y cooperación real.


